Tenía ganas de compartirte una meditación que me encanta y que recomiendo mucho: la Meditación del Árbol.

Te va a ayudar a sentir más la conexión a Tierra pero también con el Cielo, a sentirte centrado y fuerte.

Imagínate ese árbol con unas buenas raíces que le sujetan firmemente al suelo, aunque haga un vendaval y como las ramas siempre están alzadas hacia el cielo: estas se dejan mover por el viento, no se resisten, y luego vuelven a su posición quieta. Ambas, raíces y ramas, están unidas por un tronco firme.

Al igual que un árbol debemos tener unas buenas raíces que nos sostengan (los pies bien en la tierra), un buen tronco firme (estar bien alineados y centrados) para que cuando llegue el viento y nos mueva (las vicisitudes de la vida), podamos recuperar pronto nuestro eje, y todo esto sin perder nuestra intención de crecer espiritualmente (alcanzar el cielo).

Lo ideal para realizar la Meditación del Árbol, y que me resulta más potente, es hacerla en la naturaleza, y si es descalzos sintiendo la tierra, mejor aún. Puedes visualizar el proceso que se indica o sentir, lo que te resulte más fácil.

Como sucede con cualquier meditación, cada vez que la hagas tendrás una experiencia diferente.

Meditación del árbol:

Colócate en una posición adecuada, preferiblemente de pie, con las piernas ligeramente abiertas para guardar mejor el equilibrio y con la columna recta, juntando escápulas. Deja caer los brazos, dirigiendo tus palmas de las manos hacia el frente.

Céntrate en tu respiración y empieza realizando tres respiraciones profundas y completas, inhalando y exhalando desde tu estómago. Ve calmando tu cuerpo.

Ahora, poco a poco, vas a ir escuchando los suaves sonidos de la naturaleza a tu alrededor.

Visualiza en tu mente un precioso árbol grande, robusto, majestuoso, sano… completamente lleno de vida en un magnífico escenario natural.

Observa sus formas… huele su fragancia… y percibe su textura.

Ahora, siente como tus pies se van hundiendo en la tierra, como si fueran las raíces de ese árbol y dan estabilidad al tronco. Estás enraizado firmemente.

Siente como el resto de tu cuerpo se vuelve fuerte y robusto como el tronco… y cómo éste crece hacia un cielo soleado, limpio y luminoso.

Nota poco después como tus raíces encuentran un riachuelo subterráneo de agua clara, transparente y pura… recréate en él, y siente como ese agua se lleva tus miedos y temores, tus frustraciones y tus desalientos y cómo te liberas de todo eso.

Eleva tus brazos y tus manos lentamente… y observa como se transforman en ramas vigorosas y fuertes. Hojas verdes y brillantes las van poblando hasta formar una copa frondosa, bonita y equilibrada.

Siente como el calor y la luz del sol te acarician, se introducen en ti y te recorren enteramente. Siente esa energía en tu interior. Eres luz… eres, esa energía.

Nota como el viento acaricia tus ramas y observa como éstas se mueven en su misma dirección.

Ahora, y con esta sensación de crecimiento interior y exterior, siente tu conexión con el cielo y la tierra. Con el cielo gracias a tus hojas y ramas, y con la tierra gracias a tus grandes raíces.

Observa durante unos minutos cómo te sientes permaneciendo erguido y fuerte como un árbol, y al mismo tiempo flexible.

Céntrate ahora en sus muchos anillos, uno por cada ciclo solar y conecta con esa antigua fuente de sabiduría.

Presta atención a todo lo que te ocurre… Siente el espíritu de tu árbol.

Toma conciencia de todo tu ser y de lo que está aconteciendo en él. La paz y la armonía te invaden. Inspira profundamente y siente el aire fresco.

Siente tu esencia y tu presencia… conecta con todo tu ser.

Ahora, nota cómo empiezas a interactuar con tu entorno, cómo te relacionas con el resto de árboles y a observar las diferentes formas de vida que albergas y nutres entre tus ramas tales como pájaros, mariposas y ardillas.

Escucha atentamente los sonidos de la naturaleza, el canto de los pajarillos y el movimiento de las hojas al viento… y déjate embaucar por el entorno.

Mantente así unos instantes, tomando conciencia.

Agradece al árbol todas las sensaciones, conocimientos y reflexiones que te ha transmitido.

Cuando estés listo y tras una profunda respiración, ve dejando atrás cada una de las partes del árbol, desprendiéndote lentamente de tus raíces y de la tierra.

Tus ramas y sus hojas comienzan a retroceder.

Poco a poco, van apareciendo todas tus extremidades. Tus pies y tus piernas, tus manos y tus brazos comienzan a recobrar su sensibilidad. 

Tu tronco va dejando espacio a tu cuerpo.

Ahora, ve moviendo ligeramente cada una de tus partes hasta volver plenamente a ti mismo. Ya puedes ir abriendo los ojos.

Desperézate y toma conciencia del espacio en el que te encuentras y del momento presente y respira profundamente hasta llenar tus pulmones, sintiendo cómo el aire entra en tu cuerpo.

Te sientes bien, muy bien. Has recargado tus energías y tu estado de ánimo es de felicidad plena. Una gran sonrisa se dibuja en tu cara.


Puedes compartirnos tu experiencia con la meditación del Árbol, nos encantará leerla.

Te animo a que una vez terminada la meditación tomes nota de tu estado actual, de cómo te has sentido… y te preguntes:

¿Te gustaría mantener el estado que has sentido más a menudo en tu vida? ¿Qué podrías hacer para conseguirlo?

Recuerda, si necesitas una guía para conseguirlo… te puedo ayudar.

Te deseo un buen día!